Se mueve despacio como en otro tiempo,
se ve simplemente que es ajena al nuestro.
Se mueve en silencio con gracia exquisita,
vestida de luces nuestra madrecita.
En oleada majica escudriña el alma
sanando de sombras debuelve la calma.
Le gusta el sonido de las semillitas
que voy charrasquiando con mi maraquita.
Pensar es prohibido, malestar del cuerpo.
Su canto es divino es puro silencio.
Su lenguaje es mudo que mi ser entiende,
planta milagrosa mi abuelita verde.
Una vez al año se llena de flores
copando los arboles de indigos colores.
Asi baja el cielo hasta sus capullos
diciendole a abuela, que el cielo ya es suyo.
Hector Alvarez
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