Abuela Aya - acrílico sobre tela, tamaño 36 x 48.

Pintura, obra de Hector Alvarez del espiritu de la Madre Tierra,
la Pacha Mama, Mama Cuna, Mariri Mariri.
Hija del Sol y la Luna, Sacerdotiza de la Vida.
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jueves, 14 de febrero de 2008

. INTERVALO UNO. Tiempo de observar

La relación del ser humano con su propia existencia es en gran parte el tema primordial en los versos de este libro. Antes de proseguir déjenme aclarar que yo no soy un santo.
Renuncié a esas pretensiones hace mucho tiempo. La Creación desea que seamos como ella, perfectos y para eso es la evolución. Muchas veces oímos disculpar los errores diciendo “perfecto sólo Dios”…, bueno nosotros somos su obra. Esto sería una antitesis puesto que de lo perfecto no puede salir la imperfección.

Nos hemos olvidado de nuestra naturaleza. Hemos deformado nuestra conciencia por medio de la herencia del pensamiento que va más allá de la educación. Al igual que heredamos formas físicas, igual lo hacemos con formas espirituales. Nuestra herencia física no la podemos cambiar, pero la espiritual sí. Los rasgos genéticos y las predisposiciones patológicas, sólo se pueden modificar. Por ejemplo, un asiático puede pintarse el pelo de rubio pero su realidad no es esa. Una cara o una malformación se pueden operar con cirugía plástica, pero no es su realidad física. Esto no quiere decir que esté bien o mal hacerlo, pero es así. Por el contrario las cargas espirituales vienen con nosotros a este mundo para resolverse, para liberarlas. Si no tenemos éxito en este proceso nuestros descendientes lo heredan. Es como una lección que hay que aprender, si no…, se repite y se repite hasta lograrlo.

Vinimos a este mundo para mejorar como especie y el cambio primordial radica en el espíritu. Yo sé que hay personas que no creen en nada que no se pueda palpar, pero eso también puede cambiar. ¿Cómo?, cuando se despierte del sueño del miedo, de vivir temeroso por existir, cuando podamos observar la creación sin temor de morir algún día.

El karma, como se le conoce al desenlace de nuestras malas acciones, y el darma, al buen desarrollo de las circunstancias positivas que propiciamos, va mas allá de la propia existencia. Estos conceptos se repiten en diferentes religiones de diversas culturas. Las situaciones que tenemos que enfrentar en nuestra vida son la oportunidad de rebasarlas y de aprender la lección. No sólo para nuestro beneficio sino también para nuestra descendencia…, la humanidad. Los actos de un solo ser pueden cambiar la pesadilla en que vivimos. Son muchos los que nos han dado las pistas: pensadores, místicos, maestros…, que descubrieron lo que todos en el subconsciente sabemos.

La descendencia genética, la información que traemos en nuestras células son nuestras herramientas. Nuestro objetivo es la evolución. De eso se trata la vida, de transformación, de cambio, de mejorar como seres humanos, si es que sobrevivimos en el proceso.

El hombre es el ser más evolucionado de este planeta y sin embargo a la vez es su peor destructor. Crecemos como un plaga corriendo hacia nuestro exterminio. Somos violentos ante la ignorancia que padecemos. Nos burlamos de nosotros mismos creyendo que es de los demás. Contaminamos, desforestamos, aniquilamos todo a nuestro paso como una maldición. Un cuadro desolador verdaderamente. Los líderes, los gobernantes, los poderosos usan las masas como fichas peones de un juego de ajedrez. Gastan los recursos del planeta en guerras que solo llenan los bolsillos de algunos y la injusticia social sigue creciendo, siguiendo su curso arrollador.

¿Dónde está el mal? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo cambiar este mal sueño?. Somos los responsables del futuro de este planeta y sólo podemos cambiar nuestro propio ser, para así cambiar nuestro entorno. Es como mágico, una vez cobras conciencia ya no hay marcha atrás, es algo que los demás perciben rápidamente. Tal vez te digan loco, pero tarde o temprano lo percibirán y se unirán. Aunque, no te conviertas en un reclutador; sólo sé tu mismo , sé compasivo y sé sabio. Esfuérzate por no esforzarte, por no empecinarte en hacer tu voluntad. Trabaja con dedicación desde donde estés, siembra y deja que la naturaleza haga su parte.

Hay que analizar la raíz de nuestros deseos, cuando vivimos rodeados de campañas publicitarias que nos impulsan a consumir desmedidamente. Vemos los depósitos de basura atestados de enseres, televisores, video grabadoras, abanicos, celulares, etc.… La era tecnológica aparentemente es desechable, no se repara o se vuelve obsoleta y hacen montañas de desperdicios. Igualmente ocurre con los autos, los muebles, los alimentos, el desperdicio no tiene descanso. Nos hemos convertido en un generador de basura que contamina el medio ambiente del cual dependemos.
Antes de adquirir algo debemos preguntarnos, ¿realmente me hace falta.? El impulso de tener algo es algo que debe ser observado cuidadosamente. Si posponemos este deseo de tener, vemos después que es casi siempre un capricho. Debemos darnos tiempo para pensarlo mejor, si después crees que es indispensable, cómpralo.

La mente nos juega muchas tretas, tenemos que estar atentos a nuestros verdaderos deseos. No podemos dejarnos influenciar mucho por elementos externos. Acuérdate que todos estamos en la misma pesadilla y son muchos los que van a descargar venenos con los que no pueden lidiar. La ira, el cinismo, la codicia, la envidia y tantos otros sentimientos son los síntomas de nuestros padecimientos. Sé como un espejo para que el reflejo rebote y no te toque, no te dañe. Los seres humanos poseemos un enorme poder en nuestra lengua, el lenguaje más que una herramienta es magia. Magia que se puede tornar en beneficiosa o maliciosa según tus intensiones. Oímos decir muchas veces, perdona eso no fue lo que yo quise decir. Otras veces con toda premeditación de herir utilizamos el lenguaje, sembrando en otros venenos que encuentran terreno para echar raíces que sabe Dios cuanto tamaño alcancen. Sé cuidadoso con el decir recuerde que es tu propia magia, úsala a favor de todos. Ve practicando con “Buenos días”, “Que bien te ves hoy”, “Muchas gracias”, pequeñas palabras que van haciendo la gran diferencia en el trato humano.

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